Más allá del nombre de la famosa película de Macaulay Culkin, esto de quedarse solo en casa a ciertas edades es un verdadero problema de salud. Ayer, Jordi Varela, uno de nuestros referentes en gestión sanitaria, publicó un interesante editorial sobre la soledad, en el que detalla los resultados de un estudio realizado por un grupo de investigadores del Departamento de Psicología de la Brigham Young University.
El caso es que no quiero desvelaros su post (mejor pasas por su blog), pero su lectura invita a una reflexión más que necesaria sobre el abordaje de los cuidados en Atención Primaria en personas que viven solas, y nos plantea un escenario donde la atención en el ámbito domiciliario es fundamental, así como el abordaje de las condiciones y desigualdades que puedan llevar a que una persona pueda vivir sola. Tal y cómo Jordi nos indica…
Pues sí. Hablamos de desigualdades sociales, pero también de afecto (¿humanización?). Sigo. La lectura de este editorial me ha coincidido con la recomendación de otro post por parte de Antonio Jesús, publicado por el Grupo de educación sanitaria y promoción de la salud PAPSS.
Una traducción del editorial del BMJ en su edición de Navidad y titulado «La esperanza es un arma terapéutica» y donde se explica cómo la esperanza puede ser uno de los aspectos terapéuticos más poderosos de la relación entre pacientes y profesionales sanitarios, eso sí, diferenciándola del optimismo.
Esperanza, entendida como la forma de planificar y lograr objetivos. Y en esta meta, de compartir un poco de esperanza a las personas que viven solas (pensar, planificar y lograr objetivos), los equipos de Atención Primaria tienen mucho que decir.
Este artículo, «Aislamiento social y soledad: ¿qué podemos hacer los equipos de atención primaria?«, publicado en la revista de Atención Primaria el pasado año nos facilita algunas de las claves para intervenir ante este importante problema:
- Promover la autonomía, facilitando que puedan ver, oír y andar.
- Facilitar su sociabilidad.
- Actuar sobre sus pensamientos sociales maladaptativos que dificultan su integración social y conseguimos que participen en actividades desarrolladas en nuestra comunidad que favorezcan su socialización.
- Las actividades más efectivas sobre la soledad y el aislamiento social son las grupales, así como las participativas que incluyen también a personas que no presentan este problema.
- Es importante que las personas aisladas reciban soporte emocional pero que también puedan ofrecerlo a otros.
- Las intervenciones sobre la soledad y el aislamiento social son un buen ejemplo del tipo de actividades comunitarias integradas que debe realizar el equipo en atención primaria.
- Realizar actividades en colaboración con el resto de servicios sociales y sanitarios del territorio así como de asociaciones de pacientes.
Ya ves. Un importante tema, que no debemos dejar de lado y sobre el que se puede (y debe) intervenir en Atención Primaria.
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